Almas Ardientes. Santiago Loza - Alejandro Tantanian TMGSM Foto: Carlos Furman |
El
espacio escénico está dominado por un enorme marco trabajosamente cincelado
que, sin embargo, encuadra el vacío. Acaso el vacío existencial de las
protagonistas que vendrán. Un marco sin fondo, un espacio puro aire.
La
primera imagen es un holograma (no lo es, pero parece que lo fuera) de María
Onetto de cuerpo entero. Después de un instante, el holograma se desdobla en
una fila de cuerpos, las otras mujeres, que se abren al espacio de la escena.
Desde
allí, diferentes voces, primeros planos en imágenes captadas fuera de escena.
La angustia fuera de escena. Música en vivo, música viva, a veces lírica, a
veces murmurante, otras estruendosa. Estos son algunos de los recursos
escénicos que componen el fresco (nunca mejor dicho, un fresco) de Almas
ardientes, la pieza teatral que
acaba de estrenarse en el Teatro Gral San Martín y que conjuga los talentos del
dramaturgo Santiago Loza, el director
Alejandro Tantanian y la contundencia de actrices potentísimas. Nueve mujeres,
nueve conciencias sordas.
Como
si se tratara de cuerpos de un solo personaje, en el inicio de la pieza hay un
desdoblamiento del discurso entre las diferentes actrices. Una se corta
mientras cocina, la otra habla de la herida. No obstante, a medida que avanza
la acción, cada una de estas mujeres adquirirá un perfil singular. Con ritmo
sostenido enhebran dos niveles de discurso, uno absolutamente banal, otro
metafísico, que pone en la superficie la soledad, el sinsentido de las
protagonistas.
Una
mano se extiende para encontrar el cuerpo del compañero y palpa el vacío. Otra mano, lastimada. La piel que sustenta las huellas digitales,
herida. Estos tajos que no cierran, estos músculos rotos, hablan de cuerpos. Cuerpos
que ansían las manos de un masajista, portadoras de placer, de alivio. El único
personaje masculino, investido de diversos sentidos en el desarrollo de la
acción dramática, se mueve silente en este universo femenino. Un universo
cerrado, autocontenido, pero inevitablemente atravesado por las disonancias de
la realidad.
Un
momento nodal, diciembre del 2001, se hace presente, irrefrenable, en las voces interferidas de la radio. Mutantes con harapos, dicen, saquean
la ciudad. Cuerpos extraños que avanzan ominosos sobre las realidades
fabricadas de estas mujeres. Sacuden ese mundo vano. Son voces que rompen la
falsa conciencia. Voces que rompen ese aire burgués. Y un sol violento que
quema las miradas.
Disuelto
el fallido taller de escritura que las contiene falsamente, dispersas, desde sus casas, componen una partitura coral
de teléfonos que suenan y diálogos que no dicen.
Y,
de pronto, el acontecimiento. Una atmósfera barroca inunda la escena. Por un instante todo se invierte. Las mujeres
descubren un más allá de sus mundos. Un
silencio otro. Se purifican, ofrecen sus
cuerpos, se vuelven infinitas. Algo ha
pasado. El teatro lo revela.
Ficha Técnica
Autor:
Santiago Loza
Dirección:
Alejandro Tantanian
En
escena: Mirta Busnelli, María Onetto, Analía Couceyro, Stella Galazzi, Maricel
Álvarez, Gaby Ferrero, María Inés Sancerni, Eugenia Alonso, Paula Kohan y
Santiago Gamardo.
Dirección
musical: Diego Penelas
Vestuario:
Oria Puppo
Escenografía:
Oria Puppo
Iluminación:
Jorge Pastorino
TMGSM
sala Casacuberta.