Hay quien dijo que lo más profundo es la piel. Como sea, la piel es la frontera con el mundo. La superficie de la belleza y el lugar de las heridas. Aunque lo disimule, el ojo también es piel. Una particularmente vulnerable. El exterior/interior se organiza en la mirada. Este espacio tiene que ver con la construcción de un modo de mirar. Una forma de subjetividad a través de un modo de mirar teatro.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Serie Cerro. El festín de la escena Cerro



Tu teatro acabalgado de asombro asombra, asoma de tanta poesía.
Arturo Carrera

"La profusión entre barroca y kitsch de Cerro aparece también en la puesta de Las Tilas, dice la crítica: “En Las Tilas se encuentra otra vez su barroquismo posmoderno, en forma y contenido. Un caudaloso reciclaje de materia de desecho, que arroja a borbotones para que estalle”. Los protagonistas nos cuentan pormenores de una función antológica:

En el estreno en el Die Schüle, –narra Roberto López– no teníamos escenografía, solo unos telones de Elba Bairon pintados en un rojo fogoso que usábamos de telón de fondo y dos sillas viejas. Cuando Emeterio llegó de Francia y vio eso no le satisfizo completamente, quería algo más barroco. Entonces salimos muy tarde de noche a buscar algo por las calles ya que al otro día era el estreno. Fuimos con Rodolfo Sanz y él encontró unas bolsas cerradas en la calles, a la espera del basurero municipal. Las abrimos y eran infinidad de panes duros. Nos miramos los tres y coincidimos: llenamos el escenario de panes duros. Luego, como se cortó la luz, Sanz llenó el escenario de 250 velas y así salimos al público y a la crítica.

Los personajes hiperbólicos de nuestro dramaturgo se mueven en este espacio habitado de objets trouvés que encienden la imaginación. Del mismo modo, el cuerpo de sus actores hace carne ese universo del exceso".

Fragmento de El festín de la escena Cerro, Lydia Di Lello. 
Publicado en la Revista on line Palos y Piedras del CCC 

domingo, 1 de septiembre de 2013

El vuelo del cuerpo

El país del espejo. Ana Armas, Daniela Fiorentino. Dirección: Inés Armas
Una reina roja viene remolineando desde el fondo virtual de un espejo falso. Una figura mágica  que abre el mundo poético del dislocamiento. El disloque del tiempo y del espacio de todo viaje imaginario. En El país del espejo la imaginación viaja desde el cuerpo de una niña, Juana, inspirada en aquella Alicia, la de A través del espejo.
 La fábula parte, en rigor, de una pintura en el extremo del escenario que se vuelve personajes. Una pantalla sobre la que se proyectan imágenes deviene ese espejo falso que crea el espacio ilusorio que organiza la acción.
La danza aérea es aquí el  recurso que transforma el cuerpo cotidiano de Juana en un cuerpo extraordinario. Ana Armas crea la ilusión de caminar sobre este espacio virtual, se replica, se desdobla. Su imagen se disloca en este espejo ilusorio, se mueve a destiempo y atraviesa el aire.
Su cuerpo de niña se pliega y repliega transitando por los arabescos de su imaginación de la mano de la Reina Roja de Ajedrez, Daniela Fiorentino, que desmadeja un cuerpo vibrante de colores, texturas y gestualidad clownesca. Ella anima con sutileza sus criaturas, los títeres que vienen a habitar el espacio escénico.
Danza aérea, clown, títeres, video. Este cruce de lenguajes genera una multiplicación de espacios que resulta en una multiplicación de cuerpos interactuando en escena. El cuerpo real de las actrices, el cuerpo virtual del espejo y el cuerpo de los títeres interactuando con el cuerpo de los espectadores, chicos y adultos atrapados por este viaje fabuloso.
Niña y reina se tensan, se pierden, se encuentran. La reina insiste en tomarle las medidas a Juana, ella grácil, se escapa del  centímetro, esto es, del mundo del disciplinamiento. En cambio, accede gustosa cuando la reina juega a dirigir sus movimientos con una bombilla, que funciona como un joystick. Es el mundo lúdico al que Juana no se resiste. Juego de dobles y dislocamiento del espacio son el elemento poético elegido para que este personaje se escape del orden.
Finalmente, los seres fabulosos que acompañan a Juana vuelven a fundirse en la planimetría del cuadro indicando el  fin del viaje. Un viaje de cuestionamiento a la identidad como reafirmación de la identidad. Es hermoso viajar, pero también volver a casa, el lugar del nombre.