Arturo Carrera
"La profusión entre barroca y kitsch de Cerro aparece también en la puesta de Las Tilas, dice la crítica: “En Las Tilas se encuentra otra vez su barroquismo posmoderno, en forma y contenido. Un caudaloso reciclaje de materia de desecho, que arroja a borbotones para que estalle”. Los protagonistas nos cuentan pormenores de una función antológica:
En el estreno en el Die Schüle, –narra Roberto López– no teníamos escenografía, solo unos telones de Elba Bairon pintados en un rojo fogoso que usábamos de telón de fondo y dos sillas viejas. Cuando Emeterio llegó de Francia y vio eso no le satisfizo completamente, quería algo más barroco. Entonces salimos muy tarde de noche a buscar algo por las calles ya que al otro día era el estreno. Fuimos con Rodolfo Sanz y él encontró unas bolsas cerradas en la calles, a la espera del basurero municipal. Las abrimos y eran infinidad de panes duros. Nos miramos los tres y coincidimos: llenamos el escenario de panes duros. Luego, como se cortó la luz, Sanz llenó el escenario de 250 velas y así salimos al público y a la crítica.
Los personajes hiperbólicos de nuestro dramaturgo se mueven en este espacio habitado de objets trouvés que encienden la imaginación. Del mismo modo, el cuerpo de sus actores hace carne ese universo del exceso".
Fragmento de El festín de la escena Cerro, Lydia Di Lello.
Publicado en la Revista on line Palos y Piedras del CCC