Hay quien dijo que lo más profundo es la piel. Como sea, la piel es la frontera con el mundo. La superficie de la belleza y el lugar de las heridas. Aunque lo disimule, el ojo también es piel. Una particularmente vulnerable. El exterior/interior se organiza en la mirada. Este espacio tiene que ver con la construcción de un modo de mirar. Una forma de subjetividad a través de un modo de mirar teatro.

domingo, 15 de abril de 2012

Texto sin cuerpo

1984, George Orwell
Adaptación: Michael Gene Sullivan
Puesta en escena: Tim Robbins
The Actor’s Gang, (Estados Unidos)
Teatro San Martín, abril 2012

Una voz fuera de la escena. Una voz ubicua que aparece estentóreamente aquí y allá. Esa voz inquietante es el recurso verdaderamente teatral del universo escénico que el director Tim Robbins  puso a funcionar en la sala mayor del Teatro San Martín. Buenas actuaciones, un ritmo sostenido y un texto potentísimo son los puntales en los que se apoya su versión de 1984, de George Orwell.
Pero, sabemos, la trasposición de un texto literario a la escena no es  fácil. La acción se desarrolla en dos planos: el relato y su dramatización. El procedimiento de desdoblamiento del personaje principal, el atribulado Winston, alcanza una particular efectividad en los momentos en que él y su doble interactúan. Impactan previsiblemente las escenas de tortura, donde una luz implacable castiga al opaco escribiente del Ministerio de la Verdad. Allí el cuerpo doliente, y no las palabras, es el protagonista. Pero no alcanza.
Esta puesta se abandona al texto literario. Un texto que en numerosas ocasiones es leído por los intérpretes. Literatura, un discurso atrapante y decidor pero escasa teatralidad. Más relato dramatizado que teatro, esta puesta nos reenvía al texto de Orwell, el verdadero protagonista. Pero lo que queremos es teatro, no mensaje.