Roberto López en Las Tilas de Emeterio Cerro |
Una silla solitaria en medio de un aula gris. Roberto López se sienta, y de pronto ese espacio deviene un espacio Otro, un Tandil devenido mitológico. El actor interpreta un fragmento apenas de una escena de Las Tilas. Un quiebre en la cintura, los brazos que se elevan hacia el rostro y ya está allí, presente, una de esas maestras de teatro rural que juegan a ser diosas.
Una fotografía tomada al azar lo muestra en una postura corporal femenina, vulnerable. Hay mucha ternura detrás de la parodia feroz que pareciera primar en las piezas de Emeterio.
El teatro es inevitablemente teatro perdido. Pero los personajes no se despiden, viven cada vez que habitan el cuerpo de un actor. Algo de esto ocurrió en la entrevista Emeterio Cerro presente en la voz de sus protagonistas que coordiné en el marco de las XVIII Jornadas de Teatro Comparado, celebradas el 30 de noviembre de 2012 en el Centro Cultural de la Cooperación. Fue un modo, vicario sin duda, pero conmovedor, de recuperar el acontecimiento teatral Cerro en la voz, las imágenes y los cuerpos del actor Roberto López y el escenógrafo-vestuarista-director Rodolfo Sanz.
Cuando Cerro, radicado en París desde 1987, vuelve al país, en 1996, se estrena Las Guaranís en el Bauen con la actuación de López y la dirección de Sanz. Ellos lo saben sentado entre el público. La función termina y el dramaturgo emocionado, los abraza. Emeterio está muy enfermo. Muere al día siguiente. Estos artistas le han dado la última imagen de su teatro vivo en escena.