Nuestro cuerpo social (el cuerpo de los vínculos) nos deja vulnerables, diría Judith Butler; nos expone a la pérdida y a la violencia. Dos dramaturgos latinoamericanos, la argentina Griselda Gambaro (1928) y el mexicano Antonio Zúñiga (1965), se ocupan del cuerpo violentado, desaparecido. La primera, como elaboración del trauma de la última dictadura militar argentina; el segundo, con el afán de dar visibilidad al femenicidio en Ciudad Juárez.
Los desaparecidos de la dictadura argentina y las muertas de la frontera mexicana tienen en común más de lo que parece. Este trabajo de Lydia Di Lello analiza el lugar del cuerpo de esas víctimas desde una perspectiva teórica que desgrana los vínculos entre cuerpo y poder planteados por Michel Foucault, Judith Butler y Tzvetan Todorov. Desde esta mirada se ponen en concierto La casa sin sosiego de Gambaro con Estrellas enterradas de Zúñiga tomando como eje lo espectral presente en ambas piezas. La tesis sobre la que se asienta este cruce pasa por considerar al teatro como modalidad de acción política nodal para visibilizar la ausencia. Un teatro que trae memoria. Que resiste al olvido.
Una versión abreviada de este escrito fue publicada en Dramateatro Revista Digital (Bielsko-Biala, Polonia). Para ver el texto completo clickear:
Hay quien dijo que lo más profundo es la piel. Como sea, la piel es la frontera con el mundo. La superficie de la belleza y el lugar de las heridas. Aunque lo disimule, el ojo también es piel. Una particularmente vulnerable. El exterior/interior se organiza en la mirada. Este espacio tiene que ver con la construcción de un modo de mirar. Una forma de subjetividad a través de un modo de mirar teatro.