Marionetas Orsini
Un banquete inesperado para
los sentidos
Por Patricia
Lanatta *
El titiritero
ingresa desde la platea, sube al escenario y agita suavemente sus manos, en adelante, su cuerpo es el instrumento que
articulará lo que sigue, sencillamente un espectáculo sublime, que pide a
gritos silenciosos: “piedad, señores, piedad”.
Sobre el escenario
están ellos, sus personajes: objetos y marionetas muy diferentes desde su
estructura y materialidad, sin embargo todos, absolutamente todos, coinciden en
algo: su fragilidad. Una iluminación tenue los descubre de a poco, suspendidos algunos
desde un perchero. Desde una caja, de cartón y envejecida, surge un mono que
apenas si se anima a salir de su guarida. Sabe (y nos lo hace saber) que
necesita del titiritero para ser. Nos regala en el piano a escala de su pequeño
cuerpo, unas breves melodías y, a pedido de Orsini, se retira de la escena, no
sin refunfuñar. Se lo puede imaginar con historia de pianista en bares lejanos
en el tiempo. Los dedos de Orsini se desdibujan hábilmente, entre los hilos de
esta marioneta, y con movimientos minuciosos y delicados, lo vemos pensar,
vacilar y tocar un pianito de juguete. Aparece
luego, una suerte de almita perdida, diminuta, sin rostro. Una figura (marioneta)
metafórica, que bien puede representar a cualquiera de nosotros, los
espectadores, en alguna circunstancia desesperada. Sólo quiere volar un poco y luego
se va. Para esta marioneta los movimientos son más largos y fugaces; sólo se
aquieta ante el abrigo de su manipulador.
Los títeres de Rubén Orsini –por lo menos en esta
versión- apelan a aquellos seres desposeídos, no sólo de bienes materiales sino
de esos tesoros espirituales que sólo el
tiempo y el amor pueden aliviar. También está presente –por alguna íntima
razón- la vejez. Y ahí está el marionetista, para infundir a sus criaturas
piedad, tanta. De su mano llega un mendigo, de edad avanzada, hambriento y
lastimado. Las manos de Orsini se enguantan para alimentarlo y, al mismo
tiempo, son las del personaje. Los cuadros se suceden con gran intensidad, la
música en todo momento enriquece las situaciones dramáticas y recalan en el
humor, porque también las criaturas de Rubén Orsini pueden provocar la risa de
la vida misma.
Uno con otro
En el espectáculo
sólo vemos UNO: títere y titiritero. Uno le da vida al otro y éste le aporta su
materia para simplemente ser y dejar de ser. El rostro de Orsini marca el pulso
de las emociones en cada historia de vida: cuando acuna a un viejo enamorado,
que se despide de su amada, por ejemplo. El personaje se construye con una
cara, un saco y las manos del titiritero que se asoman de las mangas, para
abrazar a una mujer con figura de madera, aunque a nuestros ojos es etérea. Casi
hasta adivinamos que en su juventud pudo ser bella, a juzgar por su armoniosa
figura. En este cuadro hay mecanismos muy interesantes, que se desprenden desde
un sombrero del titiritero para articular un hombre que deberá empezar a
duelar, aunque no solo. Hay más personajes: una dama de edad madura, que busca
una noche de amor y se confunde con el cuerpo del titiritero en besos y pasión.
Sólo una cabeza y un pilotín bastan para recrear la escena. Una antigua muñeca
a cuerda, como salida de un circo de una época de antaño, que toca muchos
instrumentos mientras entrecierra sus ojos; un títere equilibradamente animado
con la técnica de manipulación directa. Sobre el final, el espectador conocerá a
otro anciano, descreído, que sin embargo aprenderá que todavía es posible
soñar. En este cuadro los mecanismos creados por Orsini son sorprendentes.
Hay pericia, creatividad y poesía en este material que
nos brinda Rubén Orsini, con una enorme comprensión puesta en las vidas que anima.
Ciertamente es un unipersonal bello, escrito para titiritero solista y
marionetas que no hablan. No es necesario, son sus cuerpos los que dicen. De
pie, con aplausos estruendosos, como para que este Rosarino (en apariencia
tímido) vuelva a salir detrás del telón, el público se va asombrado, después de
haber hecho catarsis frente a las distintas realidades de los protagonistas; hecho
que subraya la excelencia de un artista, de cosecha nacional.
Ficha
Artística:
Marionetas
Orsini
Libro,
interpretación y dirección: R. Orsini
Diseño
de marionetas y objetos: R. Orsini
Funciones:
viernes de noviembre, 20 hs.
Sala
Raúl González Tuñón
Centro
Cultural de la Cooperación – Corrientes 1543
* Periodista, crítica e investigadora teatral