Gabriel Chamé Buendía en Last Call |
La identidad del sujeto se define como un proceso discursivo, por tanto, dinámico y cambiante.Un proceso equiparable al “devenir”. Este devenir que nos constituye jamás podría ser capturado en una fotografía. La imagen apresada en el documento es inauténtica, mentirosa.
Este vacío del ser patentizado en la foto del pasaporte se hace risas en una situación trágica pero a la vez hilarante en Last Call, el unipersonal del inigualable Gabriel Chamé Buendía.
“Usted no corresponde al de la fotografía. Usted no es identificable. Usted no es Usted”, le dirán a Piola cuando exhiba su pasaporte. Desesperado por probar su identidad hará lo posible para parecerse a la foto sometiéndose a ese modo del control de un deber ser difuso, pero inapelable como la culpa.
Una vez aprobada la validación del pasaporte y del pasaje, Piola -como todo pasajero que, precisamente, pasa- adquiere el derecho de circular por el aeropuerto en un estado de “presunta inocencia”, estado que puede revertirse ante el más mínimo incidente. Piola, en un confuso episodio, pasa a ser un sospechoso y es conducido a una sala de interrogatorio.
Encerrado en una cabina, ajeno a lo que viene, juega, como un niño, en la superficie espejada del cubículo. Juguetón, gesticula y al hacerlo suspende el orden simbólico que rige los signos de su rostro. Hay un eje de organización en el rostro que rige la interacción social. En las muecas se quiebra ese orden, irrumpe el principio de placer y el sujeto se aleja sorpresivamente de “los deberes de expresión”. Las muecas de Piola son, entonces, una provocación lúdica que desorganiza. Rompe el orden habitual de la comunicación.
Pero es reprimido, lo vuelven bruscamente al orden, al eje ordenador del rostro según el principio de realidad.
Fragmento de: ¡I am! Identidad y clown en Last Call de Gabriel Chamé Buendía, Lydia Di Lello, presentado en las XXI Jornadas Nacionales de Teatro Comparado.